Pienso que la escritura tiene algo de sendero y, muy a menudo, de remolino.
A veces está detenida en la punta de la lengua como aquello que no podemos decir pero nos animamos a escribir. Como si escribir se disociara de lo que podemos decir.
Cristian sabe de esas escrituras. Sabe que no encuentra, aún, cómo decir lo que escribe en el margen de las hojas de su carpeta. Piensa, quizás, que ese espacio no es para ser leído. Como si el margen lo pusiera, a él, por fuera de la hoja.
Él tiene apenas 10 años. Cada vez que escribe su nombre lo hace pensando y regalándose el tiempo para dibujar cada letra. Cuando termina de escribirlo, vuelve con su mirada al principio. Lo recorre con su mano y su lapicera. Se detiene en los puntos de las dos i.
Puedo incursionar en su sonrisa y en los huequitos que se le imprimen encima de las comisuras y, como si la lectura me generara temblores o espasmos, me detengo apaciblemente sobre su mano. Son sus gestos los que me sostienen justo antes de que toque el timbre. Me recorren el cuerpo sus secretos, su mirada confidencial y su amorosidad. Creo que él sabe de mi infancia. Me mira con ojos de tiempo, de recuerdos, de intento de olvido.
Hablamos sobre su nombre. Me contó que los puntos de las i son aburridos y que le representan un final atroz o una carga innecesaria para esas letras. También me dijo que no le dibuja circulitos porque le recuerdan el sinfín de lo que quiere olvidar y que no cree que sean, como alguna vez le dijeron, sombreritos.
Pienso que la vida está ocurriendo. Que estoy siendo dibujada por Cristian. Que hay misterio en su inocencia. Y que este fragmento de vida, puede ser leído desde los márgenes, porque es ahí donde él dibuja corazones sobre los puntos de las i.
La Revuelta, colectiva feminista, se inspiró en los socorros rosas de las feministas italianas de la década de los 70. Por primera vez en Neuquén y en el país, un grupo de mujeres se organizó para facilitar el derecho de otras mujeres a abortar. Funcionó primero con el “boca a boca”, sin demasiada publicidad pública para garantizar seguridad y evitar posibles persecuciones. Pero con el tiempo, el derecho a abortar fue ganando espacios y cuerpos, el servicio se consolidó, y la sororidad de Las Revueltas se hizo federal. En 2013 se conformó “Socorristas en Red”, una red de activistas feministas que arman socorros rosas en distintos puntos del país. Este año Las Revueltas presentaron el primer informe sobre el servicio en Neuquén, difundiendo así números reales sobre abortos con misoprostol. Esto fue posible porque desde 2010 las revueltas llevan un ordenado registro de las mujeres que acompañan.
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Imagen: Vicky Van de Kerckhoven