Cierra los ojos. Pregúntate cuál es el grupo social más vulnerable a contraer el VIH en México.
Ahora abre los ojos. No son ni los hombres homosexuales ni las sexo servidoras. Patricia Uribe, entonces Directora del Consejo Nacional para la Prevención y el Control del SIDA (CONASIDA), informó en 2002 que son las mujeres heterosexuales con un matrimonio estable las más vulnerables a contraer el VIH en México.
Por su parte, Ana Güezmes García, Directora Regional de ONU Mujeres en México, explicó en 2011 a través del informe “Mujeres, sector más vulnerable ante el SIDA en México” de la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud, que la mayoría de las mujeres en México adquieren el virus “por violencia sexual de su pareja”, añadiendo que “La discriminación, la injusticia y la brutalidad contra adultas, jóvenes y niñas explican el aumento en las tasas de infección”.
En 2007 Shelley Clark, investigadora de la Universidad McGill en Montreal, Canadá, por su parte, abordó el fenómeno de manera más clara, aludiendo a las causas que lo generan: “En México las mujeres casadas representan uno de los dos grupos más vulnerables, porque los maridos transmiten el virus a sus esposas por factores como la infidelidad, las relaciones con trabajadoras sexuales o la bisexualidad”.
Reflexionando en los términos y el enfoque que utilizaron las funcionarias mexicanas en contraste con el de Clark para abordar el fenómeno, podría parecer que algo muy importante está siendo omitido. Pensemos:
1) La violencia sexual por sí sola no transmite el VIH, como parecería insinuar Güezmes. Para que alguien transmita un virus a alguien, hasta donde yo he sido informada, éste necesariamente tiene que estar presente en la persona que lo transmite, independientemente de si el agravante de la violencia está presente o no. ¿Por qué la funcionaria invisibiliza este hecho? ¿Si no hay violencia sexual no hay posibilidades de contagio? ¿Lo que quiso decir es que un porcentaje preocupantemente alto de hombres heterosexuales casados son portadores del VIH y están transmitiendo el virus a sus esposas, convirtiéndolas en el grupo más vulnerable a contraer el virus? ¿Por qué pone el énfasis en las afectadas, y no en quienes les transmitieron el virus? ¿Son entes abstractos y subjetivos como la discriminación, la injusticia y la brutalidad los responsables del aumento en la transmisión, y no los hombres heterosexuales? ¿No contribuye este enfoque a anular su responsabilidad?
¿Por qué titular un informe “Mujeres, sector más vulnerable ante el SIDA en México”, como lo hace la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud y no “Hombres heterosexuales, principales transmisores del VIH en México”? ¿A quiénes invisibilizan los titulares institucionales y por qué?
Por otro lado, si un grupo social se ha convertido en “el más vulnerable” a contraer VIH porque otro grupo social se lo está transmitiendo, ¿no sería lógico pensar que es en realidad este último el más vulnerable a contraerlo? ¿No dicta la lógica que, en ese caso, son más bien los hombres casados heterosexuales quienes conforman el grupo más vulnerable a contraerlo, a consecuencia de las conductas de riesgo en que incurren? En cuanto a las tres especialistas, ¿por qué centran el enfoque del problema en la vulnerabilidad de la contagiada y no en el alto riesgo que representa el propagador?
¿Será que para el sistema patriarcal (que sienta sus bases en el binomio dominación masculina/subordinación femenina) implicaría un alto riesgo poner en predicamento a su figura más sagrada e incuestionable: el hombre heterosexual casado, calificado en México y en muchos países como “jefe” de familia? ¿Será que, para esos fines, es más fácil y conveniente invisibilizar su responsabilidad en esta pandemia, enfocando el fenómeno en la mujer desde su papel de víctima, dado que eso al final ya no escandaliza ni sorprende a nadie?
Lo cierto es que en 2011 México ya ocupaba el segundo lugar en mujeres con VIH en América Latina, y que a las mujeres heterosexuales en México sus maridos les están transmitiendo el virus. Esto genera reflexiones diversas: ¿Los hombres heterosexuales casados están teniendo prácticas de riesgo fuera del matrimonio, y además lo están haciendo sin tomar medidas preventivas para proteger a sus parejas? ¿Las mujeres casadas heterosexuales están al tanto de las prácticas de riesgo en que incurren sus parejas? ¿Están ejerciendo su derecho a la información y a la salud sexual? ¿Están exigiendo el uso del condón durante las relaciones sexuales? ¿Cuáles son las consecuencias de exigir relaciones sexuales seguras y equitativas a los hombres heterosexuales casados en una sociedad machista? ¿Qué tan factible es que en un país como México las mujeres heterosexuales tengan injerencia, poder de decisión y posibilidades de prevención reales frente a su salud sexual sin ser estigmatizadas o violentadas por ello?
Lo cierto es que el Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/SIDA (CENSIDA) en su reporte “El VIH/SIDA en México 2012” recomienda enfáticamente:
“Ante la ausencia de una vacuna preventiva contra el VIH, el uso sistemático y correcto del condón es la herramienta más efectiva para prevenir nuevas infecciones”.
…y que éste parece ser un asunto urgente, porque en un reporte conjunto actualizado, el Secretario de Salud capitalino, Armando Ahued, y el director de la Facultad de Medicina de la UNAM, Enrique Graue, informaron que el fenómeno va en franco aumento.