Para Esther
Yo, era yo; tú no tenías ninguna obligación de saberlo, era yo quien te buscaba y tampoco tenía obligación alguna de saberlo, pero llegaste otra vez: tú.
reconocible
imagen recordable
estatua pegada al tiempo
sonidos con ritmo evocable
amada
silencio entregado al agua
Te busqué, te encontré y sólo lo supe en el momento de caer dentro de esa máquina
torniquete ordinario
reconocible
imagen recordable
siniestra asociación a la prisa
contratiempo
Vivo en un monumento dedicado al contratiempo, ignorado, hasta que me desintegre en un momento suficiente
asociación ignorada
transformada en letras
visión instantánea
Cambié de rumbo, te seguí desde que éramos dos o tal vez una partícula, te seguí, transformándome, sólo se me ocurrió esculpirme de esa hoja, guardé rayos del sol y quién sabe de cuántos astros más, bebí agua testigo de épocas, soporté ser sostenido por un árbol que echaba raíces. Te seguí y muchas veces el aire me sonaba a ti y a la mezcla de ambos. Tú caminabas, podías hacerlo, me llevaste en tu cabello unos cuantos minutos…
Prólogo desesperante del desenlace provisional
asociación instantánea
Caí, me pegué en tu boleto de metro, que tuviste que comprar haciendo fila
desesperante
Me cargaste como los árboles cargan el cielo y me aferré a ti como los árboles agarran la tierra…
insuficiente
Prólogo instantáneo de letras
Tú sólo caminabas, con un rumbo fijo
Yo cambié de rumbo, me caí de tu boleto de metro, lo atoré en el torniquete
contratiempo desesperante
Pensaste, me viste, pequeño pedazo de hoja seca: era yo; me recordaste cuando entretuve tu curso. Me viste y me llevaste a cuestas en tu cabeza, después, me escribiste: momento suficiente, me ves otra vez. Yo ya no soy:
Prólogo del desenlace no provisional
Imagen: La que Arde