Me acerco y el tiempo retrocede,
no por meses,
no por años,
no por lustros ni décadas.
Me miro por fragmentos,
de reojo
no reconozco este color.
Esperaba un tono de piel más oscuro,
más quemado por el sol,
más desnudo,
más cicatrices;
de cuando corría esquivando ramas
siguiendo el movimiento de un ave
para danzarlo después.
No sé si era hombre o mujer,
ese instante no alcanzó para recorrer todo mi cuerpo,
traté de hacerlo, de contraer el suelo pélvico,
el instante se había ido.
Sacudo los pies y manos,
embriagada de tiempo.
Respiro,
atrofia de ciudad,
capacidad de asombro.
Me gusta.
Gozo indescriptible.
Me fascina.
Le echo un vistazo,
quiero saber más,
los árboles dan pistas;
Vértigo, siento vértigo.
Su efecto hipnótico
me llama
magnéticamente desde la tarde o noche
me despierta
sus nubes enviadas me jalan
irremediablemente.
Me encuentro,
no sé si me ve,
o si me oye,
yo no puedo escucharlo,
sólo sentirlo.
Conmigo es la cita.
Todos los días,
seducida
salgo de lo estéril
cauce en la sangre,
el aire huele a verde,
abrazo grande y profundo,
agua al fin.
Río.
Gozo.
Mineral.
Imagen: Rivers of grace. Cynthia Christine