- Tu primer enemigo eres tú misma. Cuando te crees débil, cuando crees que sola no puedes, te transformas en tu propia destrucción. Necesitamos de ti tu fuerza, seguridad, compromiso y determinación, para entablar relaciones no destructivas. También, porque cuando decides pelear por ti no dejarás que nadie te haga daño.
- La primera técnica de la defensa personal es el cuidado propio. Si no te amas, no tendrás motivo para defender tu vida y la de las demás.
- Hablamos siempre de defensa, nunca de ataque. Es un pacto ético comprometernos a no usar lo aprendido en contra de otra persona en situaciones que no lo ameritan.
- La mejor pelea es la que no se da. Por ello, debemos volver a aprender la intuición, el autocuidado y cuidado de la otra y vivir con un poco de paranoia. No se trata de vivir con miedo, todo lo contrario. Debemos agudizar nuestros sentidos para percibir situaciones de riesgo y evitarlas.
- Nunca, nunca, nunca será́ nuestra culpa si somos atacadas. Tu forma de vestir, tu cuerpo, tus ilusiones, tus sentimientos, tus decisiones y puntos de vista no son motivo para que te ataquen. La mayoría de ataques son perpetrados por personas cercanas o familiares. Nada te prepara para ello. Nunca será́ tu culpa.
- Si tocan a una, nos tocan a todas. La violencia contra las mujeres va dirigida a un cuerpo específico, sí, pero también a nosotras como grupo social, clase, manada o circo. Cuando detienes a un agresor estás ayudando a que ese mismo agresor no intente agredir de nuevo. Te proteges a ti protegiendo a la otra. Otra se protegerá́ a ella protegiéndote a ti.
- Una pelea se gana o se pierde. No hay otra opción. Debemos ser conscientes que, para nosotras, perder una pelea es perder la vida. La autodefensa para mujeres no es un juego ni es una estrategia para lograr peso ideal. Debemos comprometernos muy en serio y actuar en consecuencia. Por lo tanto, no sólo debemos prepararnos para pelear, debemos prepararnos para ganar.
- Hemos sido educadas para sentir temor y es frecuente que ante una escena de violencia nos paralicemos. Cuando Juana de Arco, aquella adolescente campesina europea, fue al frente de batalla decidida a guiar a todo un ejército, sin ninguna experiencia o formación militar, dijo algo que creemos nos puede ser supremamente útil: “No tengo miedo, nací́ para esto”. Nosotras no tenemos ya más miedo, pues hemos nacido para esto.
- Tu atacante también sabe pelear. Sepa o no, debes dar por supuesto esta posibilidad y que, tal vez, el no actué solo.
- Perdamos o ganemos, le vamos a mostrar al agresor de qué materia está hecho el infierno.
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