Las Hijas de Violencia conforman una colectiva de mujeres jóvenes mexicanas que está cambiando al mundo usando la creatividad y la rabia frente al acoso callejero. Retoman su existencia de su madre, Violencia Rivas, precursora del “pank” en Argentina, quien con “tono hilarante, cómico, sin formalidades académicas, retomando desde el humor el símbolo de la mujer histérica”, dio vida a su colectiva.
1. ¿Cómo fue que se juntaron y se convirtieron en las Hijas de Violencia?
En el 2013 Ana Beatriz, Ana Karen y Betzabeth coincidimos en uno de esos “llamados feministas” y nos quedamos con la cosquilla de hacer algo. Luego de un tiempo nos volvimos a juntar para hablar sobre lo que podríamos hacer. Nos atraía explorar el tema de ser mujeres; aún no teníamos una perspectiva feminista y coqueteábamos con la idea de hacer una obra de teatro para mostrar lo que significaba ser mujer. En el camino empezamos una exploración a partir de nuestras vidas personales y llegamos al tema del acoso callejero y sus efectos en nosotras. Nos dimos cuenta de que no queríamos hacer una obra o una propuesta de defensa de los derechos de las mujeres a partir de la revictimización del contexto en el que vivimos. Más bien queríamos hablar de algo muy personal, de la frustración que estábamos viviendo nosotras desde nuestro lugar privilegiado. Y decimos esto porque, por ejemplo, hemos tenido derecho a la educación, al arte. Así fue como nos identificamos personalmente con el acoso callejero como parte de la violencia que recibimos cotidianamente en nuestro contexto, porque nos afecta de manera directa; y si estas acciones contagian a más mujeres, pues qué gran sueño. En principio todo lo que hacemos es simplemente por sobrevivencia, por encontrar una manera de desahogar la frustración, la rabia y todo esto que traemos.
2. ¿Cómo nació la acción “Ante el acosador”?
Decidimos hacer algo más que quedarnos en el contexto del teatro. Nos hacía falta transgredir para desahogar nuestra inquietud de hablar. Siguiendo la huella de nuestra madre, se nos ocurrió retomar el símbolo de la violencia, pero desde la hilaridad, más que desde la manifestación. Tomamos entonces las pistolas de juguete y el confeti y creamos una acción artística callejera en la que planteamos un discurso violento simbólico en respuesta a eso que parece inofensivo (el acoso callejero), cantando y disparando confeti a los acosadores para llamar la atención sobre este problema y poner el enfoque en el agresor, que es quien debiera estar en el juicio moral en el momento, y no la chica acosada, como suele suceder.
3. ¿Con qué frecuencia intervienen la calle?
Grabada, hemos repetido la acción “Ante el acosador” como tres o cuatro veces, con todo lo que implica el performance: cámaras, bocinas, pistolas, y demás. También de manera cotidiana cargamos las pistolas y cuando nos acosan las usamos, es decir andamos por la calle haciendo performance.
4. ¿Qué han descubierto sobre los acosadores cuando los enfrentan con las pistolas de confeti?
Pasa algo muy bonito con las pistolas de confeti. Si bien es una pistola de juguete que dispara confeti, cuando estamos apuntando, justo antes del disparo, se escucha un tipo de tronido que provoca irremediablemente el sobresalto del acosador al que se le dispara. Esta hermosa sacudida dura cerca de un segundo en el que se subvierten los papeles, porque vuelve ridícula y exagerada su reacción.
Entonces cambia el juego del poder: se ponen un susto de aquellos y después se sienten estúpidos por haberse sobresaltado con un par de juguetes. Es la ridiculización de su masculinidad.
5. ¿Nos pueden platicar algunas de las reacciones de los acosadores frente su acción “Ante el acosador”?
Uy, una vez tomamos el trolebús y venía repleto de gente. Hacia la parte de atrás, rumbo a la salida, se escuchaba a una señora que decía cosas en voz alta. Cuando logramos alcanzarla, sucedía que el acosador iba sentado en el lugar que da al pasillo y le venía rozando los genitales a la señora con el hombro. La señora en respuesta a la agresión, le gritaba cosas. Cuando llegamos al asiento donde estaban, le dije al tipo que le bajara a su violencia.
Era un señor ya mayor. El tipo contestó con más agresión, emitió frases como: “pinches viejas, por eso las tratan así”. Me percaté que este acosador en particular se veía violento, y me sentí en riesgo. Por un momento pensé que el tipo podría pararse y golpearnos; fue entonces cuando Betza me dijo, “te paso la pistola”.
La tomé, y en cuanto me le fui acercando el acosador, me di cuenta que estaba hablando con otro tipo sobre su opinión de las mujeres. Entonces le toqué el hombro con contundencia y cuando volteó le disparé con la pistola de confeti. El acosador de inmediato se levantó y comenzó a gritar horrible. Armó todo un escándalo porque le apuntamos con la pistola y según él iba a llamar a la policía. Como loco, hurgaba en su mochila hasta que sacó un cepillo de dientes según él para defenderse de nosotras. Al final se hizo un relajo, hasta que logramos con la presión de lxs demás bajarlo del trolebús. Ya abajo, el acosador siguió gritando insultos hasta que por fin lo perdimos cuando el trolebús continuó su camino. La señora acosada se acercó a nosotras y nos agradeció por habernos involucrado; nos dijo que normalmente en una situación de acoso en el transporte público las personas no se involucran. La historia terminó bonito, porque nos quedamos platicando con ella y con dos señoras más acerca de lo que sucede cuando necesitamos trasladarnos por la ciudad.
Otra reacción realmente violenta fue cuando en un alto les disparamos a dos tipos que venían en un coche. Cuando le apunté al acosador que venía manejando se asustó muchísimo. Al darse cuenta que era confeti, el otro acosador que iba a su lado comenzó a carcajearse. Ese acto desató la ira del acosador al volante y fue entonces que nos gritó lo de siempre: que éramos unas putas, que nos iban a violar y se las íbamos a mamar.
A pesar de que usaban un lenguaje muy agresivo, decidimos enfrentarlos con el cuerpo. Nos giramos hacia ellos y comenzamos a acercarnos. Cuando nos vieron más cerca huyeron. Éste ha sido hasta ahora el único evento en el que nos sudaron las manos.
6. Para ustedes ¿qué papel juega la desobediencia en la construcción de los derechos de las mujeres?
Para nosotras desobedecer es cambiar el guión.
Desde muy morritas nos dijeron y educaron en que cuando nos acosaran en la calle, era mejor quedarnos calladas y seguir caminando. Ahora sabemos que esta postura solamente perpetúa la violencia. Entonces, el hecho de responder al acoso callejero es una forma de desobedecer el mandato oficial. Nosotras creemos que justo éste es el camino: la acción desde la trinchera de cada quien es lo que va a lograr que las cosas se modifiquen; ante la violencia misógina y las olas de feminicidios que vivimos a diario en el país. Nos dimos cuenta de que las alertas de género no sirven para nada, sólo sirven para que la clase política siga robándose el dinero destinado a eso y no pase nada.
La desobediencia también es un acto de autodefensa porque, por ejemplo, esta acción con las pistolas de confeti ha repercutido en la viralización del video y en la generación de controversia sobre el tema. Si el Estado y algunas personas piensan que el acoso callejero no es un asunto tan grave como el feminicidio u otros contextos de violencia, pues nosotras creemos que ya es tiempo de recuperar los espacios públicos y transitar libres por las calles.
Esta acción con las pistolas de confeti, aparentemente light, es un acto de desobediencia en el que no sólo exigimos que el Estado nos brinde seguridad, sino que somos nosotras quienes nos estamos reapropiando de los espacios públicos y de nuestros cuerpos. Es decir, estamos generando nuestras soluciones ante las carencias del Estado cómplice.
“Nosotras no luchamos porque se nos respeten los derechos, sólo los tomamos. Tomamos los derechos como parte de nuestra vida cotidiana”.
Tampoco concebimos un feminismo ni una forma de ser mujer, porque a todas nos atraviesan distintos privilegios y carencias. No hay una mujer, no hay un feminismo. Encontramos un refugio entre nosotras cuando nos agrupamos para conversar sobre el contexto cotidiano muy específico de violencia de género que vivimos. Justo hoy, mientras comíamos sopes, nos recordábamos la importancia de evitar irnos hacia lo general y expresarnos sobre el feminismo o el arte del performance como fenómenos genéricos; nos interesa reflexionar más bien desde lo particular y contestarnos ¿qué podemos hacer desde nuestra vida cotidiana y con los recursos que tenemos para expresarnos con nuestro feminismo y arte performance? No creemos que podamos (y sí) cambiar el mundo, pero el nuestro ha cambiado. Las redes sociales, la autodefensa y el arte performance son herramientas que usamos para que este tipo de acciones tengan repercusión, se hable del acoso callejero y se genere conciencia en nuestros contextos.
7. ¿Ustedes creen que estamos viviendo una guerra hacia las mujeres en México?
Creemos que sí. Las cifras lo demuestran. Es posible que en la historia moderna de nuestro país nunca haya habido tantas asesinadas con estas formas de violencia y tortura. Recordábamos aquellos días en la preparatoria en que empezábamos a escuchar sobre el fenómeno en Ciudad Juárez, y reflexionábamos cómo, desgraciadamente, hoy se ha extendido por todo México. La manera en que esta manifestación de la violencia hacia las mujeres avanza es brutal.
8. ¿Ustedes creen que es tiempo de tomar las armas para defendernos?
Creemos que depende del caso y del contexto propio. Por ejemplo, en el caso de Yakiri, que mató a su violador en un acto de defensa propia, con la misma arma con la que el violador la estaba atacando, creemos que esa acción fue muy inspiradora, porque envió un mensaje muy claro de autodefensa y repudio por asumir la victimización de acuerdo con el contexto político y social en que nos encontramos, mismo que normaliza la violación. Creemos que es importante ir cambiando este tipo de mensajes en el espacio público y en nuestro radio cotidiano. Es urgente que las personas que estamos haciendo un trabajo de autoconciencia y analizando a este sistema opresor y agenciándonos desde ahí, lo difundamos de todas las maneras que podamos, según nuestros recursos, para ir expandiendo esta conciencia feminista. Por ejemplo, a partir del video publicado en AJ+ Español, que se viralizó, hemos recibido varios mensajes de mujeres que nos cuentan cómo se han inspirado porque les hemos brindado una perspectiva distinta para enfrentar el contexto cotidiano. Esto nos motiva a seguir haciendo más acciones de autodefensa desde la creatividad y el arte que inspiren a otras mujeres a encontrar sus propios medios o retomar los nuestros para combatir esta guerra legitimada hacia las mujeres. Sea el momento, desde la autodefensa, de tomar las armas o no, nosotras tomamos un arma de juguete que dispara confeti, pero si nos llegáramos a enfrentar contra un violador que tiene todo el perfil de ser un feminicida y atentara contra nuestra vida, no dudaríamos en usar todo lo que hubiera a nuestro alcance para sobrevivir y defendernos. En la autodefensa no deben existir limitaciones.
9. ¿Cuáles creen que podrían ser algunas de las razones por las cuales las mujeres en México no nos hemos articulado a gran escala para defender nuestros derechos?
Nosotras creemos que este sistema opresor está muy bien articulado y nos tiene divididas, en constante competencia y rivalidad. Además, nosotras sabemos que éste es un sistema inacabable, aun cuando estemos conscientes de querer relacionarnos con mujeres desde otros lugares, como la sororidad y el amor, aparecen estos sentimientos patriarcales porque los hemos encarnado. Claramente son una limitación.
Por otro lado, aunque somos una clase política, no nos hemos nombrado como tal, y dado que somos un artefacto político, no tenemos un lugar donde reunirnos como, por ejemplo, la clase obrera, que se reúne en un lugar donde pueden hablar y reunirse porque se reconocen como una misma clase política. Entonces crece la posibilidad de revuelta; pero nosotras estamos completamente aisladas, ni siquiera nos hemos reconocido como un grupo oprimido.
Y es real, nos dimos cuenta, después de la viralización del video, que los comentarios de las mujeres evidencian justo esto, que estamos divididas y muchas viven la ilusión de la igualdad, que es precisamente lo que el sistema nos vende. Es precisamente esta negación de la clase oprimida la mejor estrategia para mantenernos pasivas.
Es urgente que, en un acto de autodefensa, comencemos un proceso de concientización en donde la primera etapa sea asumir que somos violentadas; mientras no lo hagamos, lo invisible será invencible.
10. ¿Cuál es su sueño en la vida?
Jajajajaja, en las solicitudes de empleo siempre ponemos “ser felices”.
Soñamos con que un día caminemos por la calle sin que los hombres nos jodan. Probablemente sea un sueño que no veremos, pero esta idea nos mantiene en la lucha. Imaginarnos esa posibilidad dentro de nuestro mundo es una esperanza.
Gracias a los feminismos hemos aprendido a filtrar y cambiar a nuestros amigos, porque ya no toleramos el machismo en ninguna de sus versiones, ya sean comentarios misóginos disfrazados de broma o el paternalismo. Poco a poco hemos ido construyendo nuestro entorno feminista, y eso se siente bien. Pensar que pueda seguir creciendo y llegar a más, nos gusta.
Nos damos cuenta de que a partir del feminismo sucede un proceso de autoconciencia. Entonces soñamos con que el círculo de personas que nos rodea refuerce estas ideas que vamos investigando e incorporando a nuestro diario vivir para que repercutan en nuestras familias, parejas, compañerxs de trabajo, amigxs, y que esta ideología se refleje tanto de nosotras hacia ellxs como de ellxs hacia nosotras.
Soñamos también con encontrar una especie de tranquilidad en la que podamos aprender a filtrar la información y evitar recrearla en cada rincón; es decir, encontrar una manera amable de relacionarnos con el mundo sin que nos afecte tanto. De pronto sí nos frustramos con toda la violencia que vemos y escuchamos a diario. Soñamos con encontrar una forma de estar tranquilas con nuestras seras y aportar a la sociedad más bien una reflexión, en lugar de pugnar por la razón.
11. ¿Algún mensaje para las desobedientes?
Como dicen las morras de la película Foxfire: “No aguantes ninguna mierda”.
El humor es una forma muy liberadora de afrontar la violencia que vivimos, invitamos a las desobedientes a que lo practiquen. El humor nos ha ayudado mucho para contrarrestar la violencia y a reconocernos desde ese lugar, dado que la mayoría de los referentes vienen de una perspectiva masculina. Les sugerimos también que, además del arte, sigamos adoptando la autodefensa. Activarnos desde lo pequeño y lo cotidiano, por ahí va la cosa.
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El video de la portada fue publicado originalmente por AJ+ Español.