Tuve una relación de pareja con alguien que ya tenía una relación de pareja. Cada vez que mi pareja y yo compartíamos nuestra energía sexual en realidad éramos un colectivo energético en convivencia. Esta situación no me era tan clara desde la conciencia pero mi cuerpo lo sabía y además lo resentía: mis menstruaciones comenzaron a ser monstruosas, cada 28 días perdía la vida tremendamente. Sangraba tanto y tan horrible que lo único que deseaba era que me quitaran el útero. ¡Este órgano me caía sumamente mal! Al terminar con esa relación mis menstruaciones volvieron a la normalidad. ¿Magia? ¿Coincidencia? ¿Suerte?
Años después en una sesión de Respiración Ovárica Alquimia Femenina comprendí la sabiduría que en aquel entonces mostraba mi cuerpo con las menstruaciones abundantes. En un ejercicio para liberar las memorias sexuales ancladas en el útero sentí cuán llena estaba de la energía de quien fue mi pareja y de la energía de su pareja. Poco a poco me fui dando cuenta de las energías que habitaban mi útero. ¡Fue aterrador! Entré en diálogo íntimo no sólo con mi útero sino con todo mi cuerpo.
Al mismo tiempo que identificaba el mazacote de energía en el que me había convertido entendía que los sangrados fueron una especie de llanto liberador: estaba tan habitada por otras personas que la reacción más saludable de mi útero fue expulsar los excesos para no colapsar. Sin embargo eso no fue suficiente porque de verdad eran tant@s dentro de mí que los sangrados se quedaban cortos. Había que hacer un vaciado a conciencia y permitir que el cuerpo liberara la energía proveniente de mis parejas, de las parejas de mis parejas, de las parejas de sus parejas, y así… Parecía que el desalojo energético no terminaría porque sin más la cadena se volvió infinita. ¡Me espanté como nunca! Creía que tendría que dejar de compartir mi energía sexual para no correr el riesgo de ser nuevamente un mazacote.
Al adentrarme más en la Respiración Ovárica Alquimia Femenina como sistema de sanación holístico me empecé a regalar momentos para soltar, incluso sin saber con certeza qué o a quiénes soltaba: saboreé el vacío sin sentir pérdidas, mientras más soltaba más ligera me sentía, y mientras más ligera me sentía más vacío quería generar. Era una delicia descubrirme capaz de soltar; era una delicia encontrar salud en el vacío. El miedo de saberme habitada por la energía de personas que ni siquiera conocía se transformó en conciencia, en auto cuidado.
Cada vez que me lanzo a los brazos del vacío sé que estoy abriéndome a la posibilidad de decirle que SÍ a lo que sí quiero que me habite. Cada vez que me regalo la oportunidad para dejar ir lo que me obstruye, sé que estoy abriéndome a la posibilidad de recibir lo que me nutre y llena de gozo.
No tengo miedo de ser habitada por otr@s. No me muevo desde la paranoia de ser partícipe de una nueva cadena abrumadora de energías sexuales. Ejercito ahora mi capacidad de decirle SÍ a lo que quiero que entre en mí, y NO a lo que no quiero ni necesito. Mi útero, mi vagina y todo mi cuerpo son espacios sólo míos, por eso: amores, gracias por su energía pero ya no.
Dunia Verona es Comunicóloga de la UAM-X, egresada de la Maestría en Periodismo Político de la Escuela de Periodismo Carlos Septién, Doula, Terapeuta en Respiración Ovárica Alquimia Femenina. Trabajó en la promoción y defensa de los derechos reproductivos de las mujeres y en ese camino descubrió el mundo del acompañamiento. Ha tenido la oportunidad de acercarse a las mujeres para facilitarles espacios donde encuentren salud y gozo. Arde por que cada mujer elija libremente y desde su verdad el sendero que la lleve a sí misma.
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