Queridas lectoras,
Más de veinte mujeres se animaron a ponerle nombre al macho en respuesta a esta convocatoria. El señalamiento más recurrente de estas sobrevivientes apuntó al alivio que les representó contar con un espacio de desahogo y denuncia simbólica lejos de las instituciones y su cultura de la revictimización, que sistemáticamente implican un desgaste vital superior al de la violencia sufrida. Romper así el silencio parece haber representado para ellas un importante paso en sus procesos de sanación.
Los lazos de complicidad y confianza que construyeron con otras mujeres desde la sororidad constituyó para muchas de ellas la tabla del naufragio. El “comadreo”, como lo llaman las Mariposas de Alas Libres en Colombia. El mismo que hizo surgir el ejército de las guerreras del sari rosa, red en la que se han apoyado muchas mujeres indias para enfrentar la violencia feminicida en sus comunidades.
En muchos países del mundo el Estado y las instituciones contribuyen abiertamente a perpetuar la cultura del feminicidio contra niñas y mujeres. En México con base en esa perversa fraternidad más de 47,000 hombres han asesinado impunemente a por lo menos 47,178 mujeres en los últimos 20 años (1).
Esto nos impulsó a retomar como eje primordial de este número uno de los más poderosos ejercicios de supervivencia frente a esta guerra: nombrar a los agresores, sacarlos de las cloacas del encubrimiento que para ellos ha construido el sistema, cuyos cimientos son el silencio, el miedo y la vergüenza de las niñas y mujeres violentadas. Apropiarnos estas armas del encubrimiento representa un auto atentado. Es hora de hacer que la vergüenza cambie de bando. Es hora de hacer del comadreo nuestra más poderosA aliadA.
“Recuerda que lo que sientes, te ayuda a evitar el peligro”. “Que no te dé pena decir no, ¡confía en ti misma!”, decía Ludwicka Paleta en uno de los videos de la campaña “Cuídate a ti mismo” en los 90s. “¡Aléjate inmediatamente!”, “¡Cuéntaselo a quien más confianza le tengas!
Atendamos a las señales. Reaprendamos a escucharnos. Contagiemos a otras mujeres la cultura del comadreo. Adoptemos estos sencillos consejos como estrategia de supervivencia frente a las violencias machistas.
Hacerlo puede representar la diferencia entre la vida y la muerte.
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Violentómetro elaborado por la Unidad Politécnica de Gestión con Perspectiva de Género
del Instituto Politécnico Nacional, aquí replicado por el Instituto Estatal de las Mujeres en Nuevo León.