¿Eres divorciada o separada? ¿Vives sola con tus hij@s? ¿Has vivido la crianza como un mandato que recae en ti sólo por ser mujer? ¿Te has enojado incontables veces porque el padre de tus hij@s no sólo no participa activamente en la crianza sino que además se da el lujo de exigirte cuentas como si fueras una empleada que cuida a sus hij@s? ¿Has sentido ganas de mandar todo al carajo por agotamiento y frustración?
La hija comienza el bachillerato. La nueva escuela está lejos de casa. Las clases inician muy temprano. Hay que levantarse mucho antes de lo que ya era rutina cuando iba a la secundaria. Dialogas con el papá de tu hija con la intención de buscar un acuerdo conveniente para los tres respecto a la logística que esta nueva etapa escolar requiere.
Esperas la mejor actitud porque consideras que tanto tú como él están centrando su atención en la hija mutua, pero te topas con pared cuando él te dice que cualquier esfuerzo de su parte significa desgaste, y que no está en condiciones de perder horas de sueño ni quiere estresarse por la gran vuelta que implicaría llevar a la hija a la escuela y de ahí irse al trabajo, al que quién sabe si llegará a tiempo porque la Ciudad de México es una locura por las mañanas.
¡Pobrecito!, piensas, mientras te brotan en automático las palabras altisonantes. Estallas, pero en silencio, porque ya aprendiste que hacerlo en voz alta tampoco ayuda mucho a obtener el acuerdo esperado, ¡al contrario! Tratas de volver en ti respirando profundo y contestas con un parco “Ok”.
Le das mil vueltas al asunto y concluyes que comunicarle al papá de tu hija las nuevas circunstancias escolares o hacer como si él no existiera resulta lo mismo: como siempre te las ingeniarás para hacer compatibles las horas de sueño, las responsabilidades laborales, las actividades domésticas y los tiempos de traslado sin afectar tu asombrosa capacidad de sonreír y acompañar física, emocional y académicamente a tu hija durante esta etapa.
¿Cuál es el problema? Has podido con eso y más. Eres mujer y las mujeres siempre sacamos adelante todos los pendientes. Somos guerreras. Somos chingonas.
Situaciones como ésta las padecemos frecuentemente y de manera muy intensa cuando no vivimos con el padre de nuestr@s hij@s, y muchas veces aunque vivamos con él, porque nos toca resolver el día a día de todos los aspectos: escuela, amig@s, salud, diversión, hábitos, disciplina; nos toca surfear los momentos de crisis y encontrar opciones para quitarnos de encima la etiqueta de madres “brujas”.
Soy una mujer divorciada intentando fungir como padre y madre la mayor parte del tiempo para hacerme cargo de la educación y el bienestar de mi hija, y sigo buscando una forma efectiva de hacerle entender a su padre que lo que él aporta en tiempo, especie y presencia no es caridad, ni está sujeto a su buena voluntad; sigo esperando que para él sea tan claro como lo es para mí que la paternidad se ejerce estando casado o no, viviendo bajo el mismo techo que la madre de su hija o no, con estrés o sin él, con un trabajo formal o no, remunerado o no, y que el hecho de que deposite una pensión alimenticia no lo exime de las responsabilidades que tiene como padre.
Hombres y mujeres necesitamos dormir; hombres y mujeres trabajamos; hombres y mujeres tenemos una vida más allá del rol de padres y madres. “No me quiero arriesgar a llegar tarde a mi trabajo”. “No quiero estresarme demasiado”. “Tendría que dormir menos”. “No creo aguantar”. ¿Acaso nosotras no corremos los mismos riesgos de llegar tarde, estresarnos o realizar nuestras actividades con sueño y cansancio? ¡Eso y más! Hombres y padres del mundo: se llama paternidad, no voluntariado.
Imágenes: Comunidad #MicroMachismos
Dunia Verona es Comunicóloga de la UAM-X, egresada de la Maestría en Periodismo Político de la Escuela de Periodismo Carlos Septién, Doula, Terapeuta en Respiración Ovárica Alquimia Femenina. Trabajó en la promoción y defensa de los derechos reproductivos de las mujeres y en ese camino descubrió el mundo del acompañamiento. Ha tenido la oportunidad de acercarse a las mujeres para facilitarles espacios donde encuentren salud y gozo. Arde por que cada mujer elija libremente y desde su verdad el sendero que la lleve a sí misma.