A Eliza le gustaba el fútbol. Tenía muchas fotografías con jugadores de fútbol internacionales y hablaba despreocupadamente de sus visitas a torneos internacionales, donde llegó a conocer, a través de sus amistades o de las redes sociales, a distintos jugadores brasileños de renombre. Esto resulta evidente en una entrevista en la que se mostraba mucho más interesada en las fotografías de sus viajes y con futbolistas que en las preguntas salaces que le hacia la entrevistadora.
Sí, aunque en aquella entrevista Eliza se notaba sonriente y hasta un poco indiferente, unos meses después la situación se tornó sombría. Ya no sonreía cuando hablaba de fútbol o de los famosos futbolistas con quienes había entablado amistad. Esto es porque Eliza Silva Samudio, una joven brasileña del municipio de Paraná, se había involucrado con el futbolista Bruno Fernandes de Souza (mejor conocido como Goleiro Bruno) del equipo Flamengo, uno de los más prominentes del fútbol brasileño. La pareja se había conocido en una fiesta sexual donde, el futbolista admite, se le rompió el preservativo al tener relaciones sexuales con Eliza, que quedó embarazada.
Fue cuando Eliza pasó de ser la divertida compañera sexual a la futura madre de su bebé, que Goleiro Bruno, como en tantas otras relaciones, se tornó violento.
El futbolista la amenazaba. La llamaba constantemente para acusarla de que su bebé no era de él cuándo, como explica Eliza en este video, ella estaba convencida de que sí lo era. Y lo lógico es que sea la mujer embarazada la experta en el postulado de quién es el padre de su bebé. De las amenazas y las acusaciones, el futbolista escaló las agresiones a las bofetadas y los golpes. No obstante, cuando ella lo denunció por agresión en el 2009 (un año antes de ser asesinada), la justicia brasileña le negó la orden de protección.
En un momento acordaron reunirse “para aclarar la situación” en el apartamento de Bruno y él le dio de beber “una bebida horrorosa” (según lo describe Eliza) que resultó ser un abortivo. Reporta El Nuevo Diario de Nicaragua que Bruno “hasta le suministró presuntamente una sustancia abortiva que no funcionó”, y que, como confirmó un examen de sangre, esta sustancia se encontraba en el sistema de Eliza. El futbolista llego a ofrecer 40.000 reales a quien convenciera a Eliza de que se hiciera un aborto, pero ella se rehusó. Claramente, Eliza quería ser mamá.
Cuando no consiguió obligarla a abortar, Bruno empezó a amenazarla con asesinarla por atreverse a pedirle manutención por la criatura. El futbolista le dijo que si ella presentaba una querella en su contra ante el sistema judicial brasileño, la mataría. “Te voy a caer atrás. Te mato a ti. Mato a tu familia. Mato a cada una de tus amigas, que yo sé dónde viven” relata Eliza en un video que es hoy un trágico presagio de su eventual feminicidio. Sus amenazas se cumplieron y Eliza desapareció luego de reunirse con Bruno un 9 de julio del 2010.
A pesar de tener un historial de amenazas de muerte y violencia, Bruno alegó en su interrogatorio que él no tuvo nada que ver con la desaparición de Eliza y que fueron sus amigos más cercanos quienes planearon hacerla desaparecer por su cuenta. En el crimen participaron varios amigos del futbolista y hasta un sobrino menor de edad, quien admitió durante el juicio haberle propinado un golpe contundente a Eliza en la cabeza.
No había duda de quién había sido el autor intelectual del crimen, pero a todo esto el futbolista decía que su mayor pecado había sido “permitir” que sus amigos asesinaran a Eliza, como si él no llevara meses amenazándola de muerte. Según reporta Terra: “El excapitán del Flamengo contó que Samudio salió de su finca con el bebé y en compañía del amigo íntimo del portero, Luiz Henrique Romao, conocido como ‘Macarrao’, y de un primo del deportista, en ese entonces menor de edad. ‘Macarrao’ y el menor retornaron a la finca con el bebé, pero sin Samudio, y el amigo le contó al ex portero del Flamengo: “Ya resolví el problema que tanto te atormentaba”.
Lo que sucedió fue que a Eliza la llevaron, a la fuerza y junto con su bebé de pocos meses, a una casa de campo del futbolista en Belo Horizonte. Ahí, frente a Bruno y su bebé, la golpearon, la ahorcaron y la descuartizaron. Luego le dieron a comer su cuerpo a los perros de su feminicida, por lo que no existe un cadáver que sus familiares puedan enterrar.
En el feminicidio de Eliza Silva Samudio hubo muchos colaboradores. Por ejemplo Fernanda de Castro, la expareja de Bruno, que se quedó con el bebé de Eliza y Bruno, “cuidándolo” durante 14 días, cuando todavía no se sabía qué había pasado con Eliza. Por ese secuestro de un menor, Fernanda recibió una condena de cinco años de prisión. El amigo del portero, apodado ‘Macarrao’, recibió una pena mínima de quince años por homicidio por haber confesado su participación en el crimen.
El juicio de fondo, supuestamente contra Bruno, fue asquerosamente misógino contra Eliza. Los abogados del portero alegaron que Eliza “mantuvo una relación sexual con el imputado la primera vez que lo conoció, en una orgía, lo que revela una conducta para nada reservada. Si fue así con el imputado, probablemente hacía esto mismo con otros hombres”. Qué raro que los abogados de Bruno no tomaron en cuenta que, si Eliza lo conoció a él en esa orgía y se acostó con él, eso significa que Bruno también había participado en la sesión, y que él también se había acostado con alguien que acababa de conocer. Y, en dado caso, ¿qué tiene que ver la vida sexual de Eliza con el hecho de que varios hombres hayan conspirado para matarla de una manera verdaderamente sádica?
El análisis de la mamá de Eliza, Sonia Moura, es certero cuando dice que la gente en muchos casos juzgaba y culpaba a su hija de su propia muerte por su supuesta vida sexual. “Si una mujer tiene un amante, es una vagabunda. Si es un hombre, es un conquistador”, explica.
Dice Publica que en Brasil el asesinato de Eliza dividió las reacciones en dos bandos:
“La opinión púbica se dividió entre quienes pensaban que Eliza era simplemente una actriz de películas porno que solo quería aprovecharse de la fama y el dinero de “un jugador talentoso” y, por tanto, ella “merecía” morir; y aquellos que veían en Bruno a un “monstruo”, un “asesino a sangre fría”, alguien que funciona al margen de la sociedad. Pero en ningún momento se tocó la palabra clave para describir el crimen: feminicidio. Ése es el nombre que se le asigna al asesinato de mujeres en contextos marcados por la desigualdad de género.
El feminicidio es considerado un crimen hediondo en Brasil (designación del poder legislativo brasileño para demarcar crímenes que ameritan penas más severas) desde el año 2015. Todos los días en Brasil acontece un feminicidio cada 90 minutos. 5 mujeres son golpeadas cada 2 minutos y cada día se presentan 179 denuncias por agresión.
Bruno fue encontrado culpable y recibió una sentencia de 22 años de prisión; sin embargo, fue liberado a principios de marzo 2017 debido a fallas técnicas en el proceso judicial, luego de cumplir tan solo 6 años de su sentencia. Al poco tiempo de ser puesto en libertad, se anunció que el equipo Boa Esporte lo había contratado como refuerzo. Los abogados del futbolista revelaron a los medios de comunicación que incluso antes de ser puesto en libertad, varios equipos de fútbol ansiaban contratarlo y le hacían ofertas de trabajo.
Dice Bruno, el feminicida:
“Estoy feliz por esta oportunidad que me han brindado. La gente habla mucho sobre lo que aconteció en el pasado. Pero el Boa (Esporto) me esta abriendo puertas. Es una oportunidad que me han brindado y estoy muy feliz”.
Alguien que no comparte la alegría de Bruno es la mamá de Eliza. Doña Sonia Moura dice que ella daría su vida “por disminuir el dolor que mi nieto sentirá en el futuro” cuando se entere de lo que le pasó a su mamá, a manos de su papá.
Moura explica:
“Él queda suelto y yo quedo presa con mi nieto. ¿Hasta cuándo piensa la justicia brasileña quedarse con los ojos vendados? Yo vivo en luto sin tener el cuerpo de mi hija para poder enterrarlo. Un luto diario. Me preocupo mucho con Bruninho. Va a llegar un momento en que él me va a preguntar. ¿Qué le voy a decir? No quiero acabar con la inocencia de él, si tan solo tiene siete años.
Él siempre ha sabido que su mama murió cuando él era un bebé. Tengo miedo de que se rebele y por lo que va a sufrir. Si yo pudiese cargar con ese sufrimiento, ese dolor, si tuviese una manera de amortiguar ese dolor que él sufrirá en el futuro, yo daría mi vida por eso. Pero no tengo cómo. Yo sufro pensando en eso también, no sólo con la muerte de mi hija”.
Para proteger al niño, ella le ha dicho que su mama se ha convertido “en una estrella en el cielo”. No permite que nadie vea televisión en su casa y también reduce el contacto del menor con gente desconocida a lo más mínimo.
Pero a Bruno no le interesan esos detalles sobre el trauma con el que ha dejado a la familia de Eliza. En estos momentos el futbolista (junto con su equipo de relaciones públicas) está muy ocupado “rehabilitando” su imagen, luego de que ordenara el asesinato y descuartizamiento de la mamá de su hijo. Bruno posa sonriente con fanáticas y tiene la osadía de asegurar en ruedas de prensa con cara de pena que quiere buscar la custodia del niño que él mismo quería obligar a Eliza a abortar, y que presenció el asesinato de su mama siendo bebé. Durante su primer día como jugador del Boa Esporte hasta firmó autógrafos a niñas y niños en el estadio de fútbol. Los ejecutivos del Boa Esporte (todos hombres) posan sonrientes con su gran jugador feminicida.
Es como si Eliza, y todo lo que sufrió, tanto de manos de Bruno como de sus secuaces, no valiera nada. ¿Qué mensaje están recibiendo las niñas y mujeres que van al estadio a ver a Boa Esporte? ¿Y los niños y hombres?
Si éste es el desenlace de un crimen que ha sido tan bien documentado, con entrevistas y videos donde la víctima misma cuenta cronológicamente la violencia que se transformó en su eventual feminicidio, ¿quién vela por las Elizas que todavía no han asesinado los Brunos en Brasil? ¿Quién vela por las Elizas que no tienen los medios de comunicación encima de ellas porque no se acostaron una noche con un futbolista famoso?
En el internet abundan las fotografías de Eliza mostrando orgullosamente su embarazo, alegre con su bebé después de nacido o cuando ella era niña. Sin embargo, los medios de comunicación sensacionalistas han preferido exhibir el caso morbosamente, publicando las fotos más reveladoras que han podido encontrar. Los reportajes sobre el caso nos cuentan detalles sobre la tortura a la que fue sometida Eliza junto con fotografías de ella con escotes profundos o con poca ropa. Algunos medios de comunicación se atreven a poner la noticia (ojo: sobre un feminicidio) junto con fotografías de la violentada en traje de baño. Es como si no fuese suficiente conseguir clics y vender periódicos con los detalles escalofriantes, también hay que sexualizar a la mujer asesinada incluso después de muerta.
Cuando tenía pocos meses de embarazo, y todavía en medio de la confrontación con Bruno sobre la paternidad de su bebe, Eliza participó en una entrevista para el programa A Tarde é Sua, que le añade una capa de indignación extra a todo este escándalo. En ella la entrevistadora le pregunta a Eliza si siente que su vida corre peligro por haber afirmado públicamente que estaba esperando una/un bebé de un jugador tan famoso como Goleiro Bruno, y por acusarlo a él de agresión.
En un momento de la entrevista Eliza dijo que en un principio no sentía “miedo ni trauma”, ni creía estar en peligro, porque ya había acudido a la justicia brasileña para denunciar las agresiones de Bruno -es decir, que se sentía segura porque confiaba en que el sistema judicial la protegería-, pero que después de que el futbolista escalara sus niveles de violencia, su vida “se había convertido en una pesadilla”. Al momento en que Eliza dice esto, la imagen en la pantalla detrás suyo cambia y aparecie un titular junto con su foto que dice: “Bruno es acusado de agresión, secuestro, aprisionamiento y amenaza”.
La justicia brasileña tuvo este caso de violencia contra la mujer en la palestra pública; en la televisión, en los medios impresos, digitales y en las redes sociales por más de un año, sin embargo, su negligencia en prestarle atención a las denuncias de Eliza cobró una vida, y trastornó muchas más. Entre estas vidas que han sido marcadas para siempre están las del hijo de Eliza y la de su mamá Sonia.
Otro aspecto de la tragedia de este feminicidio es que hay muchas Elizas mas por ahí que no reciben publicidad. Dice la psicoanalista Maria Silva Bolguese:
“La historia de Bruno y Eliza es horrible socialmente también porque es la repetición de un millón de historias iguales, pero tiene el peso de ser una historia pública que la sociedad se rehúsa a analizar de ninguna manera. Quiere verla desde afuera, al margen, cuando la verdad es que ellos son caricaturas, amplificaciones. Este caso es una capa de la cara de la sociedad”.
La misma Sonia refleja este punto cuando dice que ella también fue sometida a violencia machista por el papá de Eliza, al punto en que se vio obligada a dejar a su hija a cargo de familiares cuando ésta era muy niña para poder escapar de la violencia de su expareja, y con la esperanza de conseguir un trabajo que le permitiera llevarse a su hija y mantenerla ella sola. “Durante ese tiempo, yo la iba a visitar a casa de mis familiares a escondidas siempre que podía, con miedo de que mi exmarido se enterara. Cuando ya yo estaba mejor, fui a buscar a Eliza para llevármela a vivir conmigo y el papá de ella me dijo que me la entregaría, sí, pero que me la entregaría en pedazos”.
Sonia ya no pudo continuar el relato porque en ese momento la abrumaron las lágrimas, pero cuenta que tuvo que tomar la difícil decisión de separarse de su hija. Luego de esto, Eliza y su mamá vivieron separadas y con poco contacto hasta el asesinato de Eliza, entonces de 25 años. Las historias de violencia de Eliza y de su madre tienen muchas similitudes, al punto de que Sonia explica: “la diferencia es que yo huí y quedé viva mientras que mi hija lo enfrentó y murió”.
La psicoanalista tiene razón, Eliza es una de muchas más mujeres y niñas violentadas por hombres machistas en el mundo, con la diferencia de que las historias de muchas mujeres asesinadas no llegan a los titulares. En el caso de Eliza, ni siquiera la notoriedad de su caso pudo salvarla, incluso cuando se veía de lejos que la violencia que Bruno ejercía en su contra escalaba y empeoraba de manera alarmante.
Es por eso que le dedico este Para No Olvidarte a Eliza en La que Arde, porque se aferró a la vida y a ser mamá, aunque el machismo asesino no se lo haya permitido.
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Raquel Rosario Sánchez: Escritora dominicana. Especialista en Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad, luchando por la liberación de niñas y mujeres. Arde por el desmantelamiento del patriarcado en su totalidad, pero muy especialmente, arde con ansias por ver el fin de la violencia contra niñas y mujeres. Todas las violencias.