Renazco del sueño fugitivo,
de la mirada indolente,
del campo minado de los recuerdos,
de las cenizas de la noche…
Respiro los colores del alba,
el olor del otoño, el sabor de mi piel
Y camino explorando el laberinto
aceptando su misterio…
Y bebo de la copa de un árbol
la luz infinita de cada amanecer.
Entonces te pienso libre y bella
como agua de cascada
como viento travieso,
como sol que ilumina sin quemar.
Y estiro mi mano
no para poseerte,
solo para acariciarte, danzar contigo de tarde en tarde
y conversar
sin lazos que se vuelvan losas
sin promesas que caven tumbas.
Renazco y te pienso
desde el otro lado de la luna,
desde otro lugar del corazón.