Menstruación, el ciclo negado. Por Anaiz Zamora

La luna, el único satélite natural de la tierra, demora 27.3 días en completar una órbita alrededor de la tierra y un poco más de 29 días en recorrer todas sus fases. La influencia que este ciclo tiene en la siembra, la cosecha, la marea o el crecimiento del cabello no ha pasado desapercibida, y en muchas culturas la posición lunar define muchos aspectos de la vida.

Un fenómeno natural, que toma el mismo tiempo que el ciclo lunar, es el periodo menstrual. Contrario a lo que pasa con la admiración que se tiene de las fases lunares, en la cultura occidental y moderna la menstruación no ha sido objeto de culto o veneración; por el contrario, a su alrededor se han creado mitos, leyendas, y reglas que apuntan a que las mujeres no reconozcan su cuerpo y sus procesos biológicos, sientan repulsión y vergüenza de ese momento que comúnmente se vive en el secretismo y el silencio.

Aunque la menstruación, de acuerdo con culturas ancestrales, tiene el poder de conectar a las mujeres con la madre tierra, las dota de poder y sabiduría, al mismo tiempo que es un indicio de buena salud, actualmente es un proceso mercantilizado, así como un símbolo de vergüenza y exclusión.

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Temor histórico

De acuerdo con un estudio realizado en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) la raíz de la palabra menstruación deriva del sánscrito mati-ha, que significa “conocimiento” y “medida”, no obstante las ideas mediante las cuales se ha tratado de explicar lo que es el periodo menstrual, distan mucho de esa concepción.

La idea de que la menstruación dota de poder y sabiduría a las mujeres se fue perdiendo en las explicaciones que diversas culturas tienen sobre ella, generalmente asociando su presencia a actos violentos en contra de las mujeres que les infunden temor o vergüenza. Los nativos del estrecho de Torres, en Papua, Nueva Guinea, por ejemplo, aseguraban que la menstruación inicia cuando la luna adopta la forma de un hombre y posee a una joven “virgen”. Entre las leyendas de las civilizaciones antiguas del continente americano, destacan aquellas que atribuyen la sangre menstrual a la mordedora de un animal en la zona genital de las mujeres.

Diversos estudios antropológicos y etnográficos explican la forma en que muchas tribus obligaban (y aún lo hacen) a las mujeres menstruantes a alejarse de la aldea, pues consideraban que su sangre ponía en riesgo a toda la comunidad.

Pero es en el judaísmo y cristianismo que la menstruación se enraizó como pretexto para segregar a las mujeres de la vida pública y política. Versículos del antiguo testamento dicen explícitamente que la sangre menstrual “es impura” y condenan a todo aquel que se “atreva” a tocar a una mujer mientras “permanezca su impureza”.

El desarrollo de la medicina también contribuyó a crear esta idea “maligna” de la menstruación. Según la medicina clásica, por ejemplo, la menstruación se generaba porque los cuerpos de las mujeres eran fríos y húmedos, lo que hacía que se acumularan en ellas muchos humores, que descenderían después a la parte más baja del cuerpo y serían expulsados.

Ideas expresadas durante la Edad Media aseguraban que las mujeres eran más vulnerables y débiles que los varones ante las enfermedades, pues no eran capaces de digerir completamente los alimentos, siendo los restos de esta digestión incompleta lo que se “evacuaba” con la menstruación.

Muchas de esas ideas siguen vigentes y se hacen presentes cada vez que se deben pedir en secreto las toallas menstruales, o cuando las niñas son excluidas de los juegos cuando sus amigos saben que empiezan a menstruar. Y se demuestra, sobre todo, en el desconocimiento que muchas mujeres, especialmente de sectores marginados, tienen sobre el tema. De acuerdo con UNICEF, por ejemplo, el 48 por ciento de las niñas africanas no sabe nada acerca del periodo menstrual.

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Sangre menstrual, un signo de salud

En entrevista el doctor Alfonso Carrera Riva Palacio, director médico de Marie Stopes México, explicó que la ciencia médica creó una serie de reglas alrededor de este proceso biológico, que van desde establecer la edad de la menarca (primera menstruación), su durabilidad o el tiempo entre sangrado y sangrado; después calificó de “anormales” a quienes no las cumplen.

La realidad –dijo- es que cada mujer es distinta y en ella también influyen factores como el clima, la alimentación y las características familiares.

Biológicamente, la menstruación debe ser entendida como la caída o descamación del endometrio, capa interna de la matriz que se forma a partir de la influencia de la progesterona (hormona predominante en las mujeres), proceso que puede ocurrir en una forma más o menos cíclica, es debido a esa periodicidad que la menstruación también recibe el nombre de regla.

Carrera explica que la edad de la menarca no se puede definir, pues depende de muchos factores, por ejemplo, se ha comprobado que en las zonas de más calor se presenta a edades más tempranas, a lo que se suma que durante la adolescencia no es raro que se tengan periodos poco regulares, pues el cuerpo no ha terminado de crecer.

Se espera que las mujeres menstruen cada 28 días: Carrera aclara que ese número se elegió por frecuencia, pero la realidad es que se puede esperar que las mujeres se tarden entre 21 y 35 días en volver a presentar el fluido menstrual, aunque esto no es una regla absoluta.

Renuente a utilizar el término “normal”, el también ginecólogo explica que se ha definido que debido a la regularidad con la que se presentan estos datos, se ha determinado que la cantidad de sangre que se presenta en cada periódo es de 80 a 120 mililitros (lo que se puede estimar con base en el tiempo que tarda en saturarse una toalla sanitaria, un tampón o la copa menstrual) y el sangrado tiene una duración de 3 a 8 días.

Para el médico es importante que las mujeres venzan la prohibición que existe de conocer su cuerpo, y sepan cómo es su periodo menstrual, es decir, con qué temporalidad se presenta, en qué cantidad, incluso de qué color es la sangre, pues cualquier alteración en ese patrón menstrual puede indicar la presencia de alguna enfermedad o de alguna alteración biológica.

Aclara que todas las mujeres pueden tener alguna alteración en su periodo menstrual en algún momento de su vida, e incluso es de esperarse que se presenten dos variaciones anuales, pero “si la menstruación cambia de repente, podría indicar que algo no está bien, es ahí cuando un médico puede investigar si hay un problema o no”.

Por ejemplo, cualquier alteración en el patrón menstrual puede ayudar a identificar un crecimiento anormal de la capa interna del útero, la formación de tumores (benignos o malignos) o miomas.

Un incremento en el dolor abdominal que puede presentarse durante la menstruación se asocia con “endometriosis interna”, que puede entenderse como la ubicacion anormal de la capa interna de la matriz, llamada endometrio, este trastorno, que llega a traducirse en infertilidad, puede presentarse entre los 30 y 50 años de edad.

Cuando se presentan periodos más abundantes en cantidad, se puede asociar a la presencia de miomas, formaciones de músculo dentro de la misma matriz, que pueden ser muy pequeños y no representar ningún riesgo o llegar a pesar más de tres kilos, lo que genera un crecimiento anormal del vientre y puede ser molesto. La mayoría de los miomas son benignos, pero el uno por ciento puede degenerar en cáncer.

Es de mencionar que una de cada cinco mujeres tiene mismas, pero no todas desarrollan algún trastorno, pues depende del lugar de la matriz en donde estén localizados.

Al señalar que es indispensable empezar a deconstruir los mitos que rodean a la menstruación, el médico hizo un llamado a incorporar en la educación básica temas de salud sexual con calidad, en donde las y los profesores aborden sin temor temas como el de la menstruación.

Ilustración: Juliaro

Ganancias y desecho

Si bien la menstruación fue convertida en un proceso terrorífico para las mujeres, no parece haber pasado desapercibida para las grandes industrias, que vieron en el proceso biológico que ocurre a más de la mitad de la población un mercado altamente productivo.

Ante la vergüenza que generaba la regla, las mujeres se vieron obligadas a utilizar una serie de estrategias para ocultar el fluido menstrual, como colocar compresas o almohadillas tejidas.

La segunda guerra mundial trajo consigo la industrialización de esas técnicas, pues fue durante este momento histórico que se inventaron unas vendas de algodón absorbente para poder atender a los heridos. La empresa Kimberly Clark tomó la idea y en 1921 creó el mercado de las toallas sanitarias; para 2014 reportó ingresos de más de 560 millones de dólares anuales.

Si se considera que, en promedio, las mujeres tienen la primera regla a los 12 años de edad y la última, a los 51, esto se traduce en 39 años de comprar toallas sanitarias o tampones.

Además del gasto económico que el consumo representa, la “comercialización de la menstruación” tiene un impacto considerable sobre el medio ambiente.

Los casi 40 años durante los cuales las mujeres menstruan se traducen en 507 periodos, al calcular que cada uno de ellos dura cinco días y que se utilizan entre 4 ó 5 toallas diariamente, se estima que una mujer utilizaría un total de 12 mil 675 toallas sanitarias; es decir, toneladas de desechos que pueden tardar hasta 500 años en degradarse.

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Ilustración: Juliaro

Copas en México: https://mcup.com.mx/web/desventaja_copa/

Buscar nuevas alternativas

El uso de toallas y tampones no es la opción más segura para la salud de las mujeres, recientemente se denunció que el uso de tampones esta asociado con el desarrollo del Síndrome del Shock Tóxico (SST), trastorno que puede derivar en coma, disfunción orgánica múltiple e incluso provocar la muerte.

Lo anterior porque uno de los componentes del tampón es la fibra sintética, que en algunos casos al combinarse con el fluido menstrual, provoca un ambiente favorable para el desarrollo de bacterias.

Aunque existen desde hace más de 80 años y pese a que no existen grandes campañas mediáticas que las apoyen, las copas menstruales están ganando fuerza y comienzan a ser vistas como una opción viable para las mujeres. Su uso, además de ser ecológico (pueden durar hasta 10 años), es higiénico, pues están hechas con silicona quirúrgica, lo que no permite la acumulación de bacterias.

Otros movimientos promueven la realización de rituales de conexión con la madre tierra a través de la “siembra” de la sangre menstrual, lo que apunta a que las mujeres dejen de considerar un proceso natural como algo repulsivo y se reconcilien con él, al mismo tiempo que se apropien del cuerpo que históricamente les ha sido negado.

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Ilustración: Yulith Martínez

Imagen de portada: http://www.eldesconcierto.cl/pais-desconcertado/2014/06/16/las-feministas-que-desafiaron-el-pudor-de-la-menstruacion/

 

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