¡Necesito el feminismo! Por David Ledesma

El feminismo ha sido malentendido para su desacreditación. Navegando por las redes una/o se encuentra con toda clase de opiniones que tachan a este conjunto de ideologías y movimientos de ser la versión femenina equivalente al machismo. Se le pinta como un intento de subordinar a los hombres a los privilegios de las mujeres, revirtiendo así la marginación histórica de estas últimas. Es curioso que, cuando se trata de opinar en contra de esta concepción del feminismo, la gente resulta tener ideas re-bien igualitarias e incluyentes. En este contexto de desinformación, invadido por imágenes estigmatizantes del género femenino distribuidas por los medios de comunicación, el feminismo sigue resultando tan necesario como en sus comienzos. Si lo que queremos es un mundo de paz, necesitamos feminismo en cada momento de nuestras vidas, en cada relación que formamos y en cada palabra que intercambiamos. Éstas son mis razones para necesitarlo:

  1. Porque tener actitudes femeninas es entendido como ridiculizante. En las comedias más simples de la televisión no hace falta más que encarnar pobremente algún personaje femenino (siendo, biológicamente, un macho de la especie) para vender un programa presuntamente humorístico.
  2. Mi forma de vestir o caminar, cuando no se acercan al estereotipo masculino en turno (según la percepción de alguien aleatorio) funcionan como una invitación a convertirme en un objeto de violencia.
  3. Porque más de la mitad de la población está compuesta por mujeres, personas que quieren ser mujeres o personas que ejercen su femineidad de manera “no apropiada” para el sistema de género.
  4. La otra mitad somos sus hijos, hermanos, padres y amigos. La reivindicación de los derechos de las mujeres es un asunto de simple empatía; y ni siquiera empatía por la vecina o la extraña (que podría resultar difícil para algunos) sino por nuestras madres y hermanas.
  5. Porque el machismo fomenta la competencia y es un obstáculo para la paz. Un sistema ideológico basado en los privilegios mantendrá siempre en sumisión a varias personas o grupos con el fin de perpetuarse en el poder.
  6. Porque mis hermanas me han rescatado de la muerte. Porque sí, la verdad es que una vez pensé que mi vida acabaría cuando un hombre (“ese” hombre) se marchara. Mis hermanas (no de sangre) me enseñaron a emanciparme de esta idea impuesta por el patriarcado y, en mi caso, por la homonormatividad. Estoy convencido de la importancia salvadora de la sororidad.
  7. Porque le debo al feminismo la libertad. Su ideología ha sustentado gran parte del mundo actual, que luchamos por seguir construyendo (y deconstruyendo). La represión de nuestras antecesoras, así como sus reivindicaciones, nos hacen hoy un poco más libres que ayer. Lo mismo hacemos en este instante por las y los que vendrán.
  8. Porque ser penetrada/o sigue considerándose un acto de sumisión. La encarnación del “rol femenino” en el ejercicio de la sexualidad sigue siendo estigmatizada y considerada como la pérdida de la dignidad o la devaluación del ser. Esto se traduce en una obstaculización al ejercicio de nuestros Derechos Sexuales.
  9. Porque los estereotipos de belleza están coartando nuestros medios informativos. Las herramientas de comunicación que podríamos estar utilizando para reinvindicar nuestros derechos a la información y a la libertad de expresión, entre otros, están siendo utilizadas para difundir estereotipos que se imponen y denigran a quienes no se les parecen o no viven para parecérseles.
  10. Por último, necesito el feminismo como un camino de justicia. Después de siglos de opresión y vulneraciones, creo que lo más razonable es apostar por la única ruta que ofrece terminar con los privilegios y pisotones que cargamos a cuestas. Todas y todos lo necesitamos, porque todas y todos hemos sido oprimidas/os por su contraparte, el machismo, alguna vez en nuestras vidas.

https://twitter.com/dave_lefer

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One comment

  1. Suscribo en su totalidad el maravilloso texto de nuestro hermoso amigo y colaborador David Ledesma. En cuanto a la expresión “actitudes femeninas”, yo me remito a las que el sistema ha impuesto al género femenino como únicas aceptables bajo el absurdo de que nos son inherentes por tener una vagina, con el objetivo de limitar la expresión de nuestra identidad a la obediencia, el recato, la sumisión y el servicio de lxs otrxs, entre otras igual de inspiradoras. Afortunadamente el feminismo nos ha ayudado a descubrir que podemos construirnos desde cualquier tipo de actitud que elijamos para expresar nuestra individualidad, incluidas las así impuestas como “masculinas”, es decir, también podemos ser arrojadas, líderes, proveedoras, “de cascos ligeros”, dueñas de nuestros cuerpos y nuestro placer, rebeldes, contestatarias, desobedientes y, emulando a Liliana Felipe, ¡cismáticas, herejes, pertinaces, contumaces y putas!

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