No lo conoce el presidente, ni unx solx de los miembros de su abyecta corte. Es el sueño del más avezado de los políticos; lo anhelan actores, actrices, intérpretes, artistas, titiriterxs, títeres, improvisadxs, profesionales y adictxs variopintxs del reflector y del aplauso. Es parecido a lo que Clarissa Pinkola Estés llama “El momento que precede al estallido de la inspiración”. Es una gracia concedida a muy pocos seres humanos. El instante previo a la aparición en un foro de una mujer que es al mismo tiempo autoridad moral e inspiración para su pueblo es, en sí, una anunciación. El lugar parece suspendido en espíritu, como conteniendo la respiración; la gente susurra, se mesura en sus movimientos como si temiera desacomodar la atmósfera. Cuando finalmente hace su aparición la tan esperada, es posible intuirlo aunque se esté de espaldas a la escena, porque un rumor inaudible emitido al unísono por todxs lxs presentes atraviesa la sala.
Me sucede cada vez que estoy en un auditorio donde está por entrar Carmen Aristegui.
Muchxs sabemos que en el 2006 la organización de defensa de la libertad de prensa, Reporteros Sin Fronteras, con sede en París, anunció (con base en el número de periodistas asesinadxs) que México era el país más peligroso para ser periodista después de Irak. A partir de entonces, nuestro país no ha abandonado tan vergonzosa lista, y es considerado uno de los más peligrosos del mundo para lxs periodistas.
La pregunta es necesaria, y está en el aire: ¿qué es lo que hace que periodistas como Carmen Aristegui, que cuestionan todos los días los privilegios y abusos de poder de los y las criminales (tanto lxs que operan desde la “legitimidad” del Estado como lxs que operan fuera de ella) que habitan y cohabitan las cloacas del poder, persistan en su valiente y arriesgada labor?
Me parece que ella misma nos dio una aproximación a la respuesta durante la conferencia “Periodismo en el México de hoy”, misma que fue invitada a impartir en el Colegio de México en el mes de agosto, mientras le respondía una pregunta a una estudiante: “En lo que queramos hacer o participar o resolver o tratar de resolver, tenemos que echarle ganas y decidir hacerlo…¿qué (hacer)? cada quien tiene su territorio de actuación […] Esa única cosa (importante) es hacer, estar vivos, participar, decidir ser un factor de algo. Cada quién elige (qué le mueve): mi familia, mi escuela, mi país, mi colonia, mi sociedad…lo importante es esa libertad de ver, en el enorme universo de posibilidades de actuación, dónde quiero estar y qué quiero hacer. El asunto es incidir, el asunto es tener un sentido de la vida. ¿Cuál? Cada quien debe definir su espacio, su circuito, sus redes, su entorno, la vida de cada quien construida por cada quien. Lo importante es tener eso: la energía, la decisión, la inteligencia, la honestidad, el valor de hacerlo, el estimulo que significa que si tú das un paso, el otro te puede acompañar, o viceversa. Lo primero es no perder la esperanza, ni el entusiasmo, ni la idea de que se pueden hacer cosas. También tenemos cosas luminosas, como que la gente sale y dice ‘quiero manifestarme’ o como que hemos logrado algunos espacios importantes que tenemos que mantener, y no permitir que se retroceda en ellos”.
Lo dice porque lo sabe, porque ella ha conquistado espacios que no ha permitido que nadie, ni siquiera un presidente, le arrebate. Porque ella decidió incidir, ser un factor de cambio, darle un sentido a su vida, y porque ha tenido la energía, la decisión, la inteligencia, la honestidad y el valor de hacerlo. Es que Carmen Aristegui está muy viva, pero, sobre todo, sabe bien que para concretar una obra como la suya, “lo primero es no perder la esperanza, ni el entusiasmo, ni la idea de que se pueden hacer cosas”. Carmen ha sido en varias ocasiones blanco de las embestidas de los poderosos y de sus personeros, que pretenden silenciarla y desacreditarla por ejercer un periodismo honesto y sin concesiones, lo que necesariamente representa una amenaza para todo tipo de intereses mezquinos y abusos de poder. Para el infortunio de los poderosos, sin embargo, una parte importante de la sociedad mexicana ha asumido una postura activa y de abierto rechazo en respuesta (que ha incluido el salir a las calles a manifestarse en su defensa cuando fue injustamente despedida de MVS Noticias) y, al mismo tiempo, “A la manera que un galeón real se defendería de pocas chalupas que le embistieran”, Carmen ha enfrentado esos embates con entereza y dignidad, defendiendo el espacio desde el que valida valientemente todos los días el derecho a la información de todo un país.
Durante la conferencia “Periodismo en el México de hoy”, con la ética y el rigor que caracterizan su estilo periodístico, Carmen profundizó en la importancia de contar con medios de comunicación donde se contrasten posturas, donde exista diálogo entre las partes involucradas, para que la sociedad mexicana pueda escuchar diferentes puntos de vista sobre un acontecimiento en particular.
Con especial énfasis subrayó el grave déficit de información que le impide a la sociedad mexicana comprender el grado de violencia bajo el que vive el país, que ha producido decenas de miles de muertxs, muestra de que vivimos en un Estado fallido que ha generado descomposición en zonas muy amplias del territorio nacional. Este déficit, alimentado por un probable sub registro de los acontecimientos violentos, señaló Carmen, genera percepciones en la gente sobre la situación actual del país. ¿Qué es lo que cree la gente respecto a lo que pasa en el país? Actualmente al parecer, subrayó, lo relevante no es lo que la gente sabe que pasa, sino lo que cree que pasa. “Parece ser que si las cifras en los medios bajan, la gente cree que la violencia baja, y esto no necesariamente es así. Además ¿Cómo saber si las cifras son válidas? Muchos casos de violencia simplemente no están registrados. ¿Quién hizo las cuentas? ¿Qué tipificaron y qué no?”, destacó la periodista.
En contraste, explicó, cualquier líder social que intente expresar críticamente su visión es baleado o criminalizado, como Manuel Mireles, que está en la cárcel (o Digna Ochoa, agregamos nosotras, que está en la tumba).
Carmen habló también de la administración de la información, y de cómo ciertos video escándalos se han dado a conocer en momentos estratégicos en la toma de decisiones de la clase política, por ejemplo durante la promulgación de la reforma energética (quizá para distraer la atención pública de un acontecimiento tan importante, agregamos nosotras).
El resto de su mensaje se centró en la libertad de expresión, y en cómo ha sido coartada durante este sexenio: habló de la compra de material de inteligencia por parte del Gobierno Federal con el cual es posible espiar, con aparatos encendidos o apagados, a cualquier persona para obtener prácticamente cualquier tipo de información; habló de la intervención de las redes sociales, de la internet, que era un espacio libre y que ahora está intervenido por ejércitos de hackers contratados para crear situaciones que favorecen o desfavorecen a alguien, y cuyos nodos han sido ubicados, entre otras, en las cuentas oficiales de la presidencia la república y de la secretaría de gobernación; y habló de la impunidad en los asesinatos de periodistas, señalando que “Matar a un periodista es matar la oportunidad de que la ciudadanía se informe”, entre otros factores “que inhiben la libertad de expresión, que limitan la capacidad de maniobra de los periodistas porque trastocan la libertad de decir, de preguntar, indagar e informarle a la ciudadanía, que tiene derecho a saber”.
Como vergonzoso ejemplo mencionó la polémica “Ley mordaza”, propuesta por el gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez (alias “Malova”) a finales de julio de este año, y aprobada por unanimidad en el Congreso Estatal, aunque un mes después, gracias a la presión ejercida por periodistas, medios de comunicación y organizaciones civiles fue derogada. Dicha ley, como señaló en su oportunidad el diario “La Jornada”, “Prohibía a los medios de comunicación publicar información referente a la seguridad pública y la justicia en Sinaloa y acudir a lugares a recabar información sobre hechos violentos, y limitaba la cobertura a la emisión de boletines de prensa autorizados por el procurador de justicia del Estado. A la letra, el aludido artículo 51 bis señalaba:
1) “En ningún caso se podrá autorizar a los medios de comunicación el ingreso a los lugares de los hechos, la toma de audio, video o fotografía a las personas involucradas en un evento delictivo, ni el manejo de información relacionada con la seguridad pública o la procuración de justicia”.
2) “Ningún funcionario de la Procuraduría General de Justicia podrá dar informes respecto de algún asunto a los medios de comunicación sin autorización expresa del procurador general de Justicia o la unidad de acceso”.
3) “Los medios de comunicación tendrán acceso a la información de las investigaciones a través de los boletines de prensa que emita la unidad de acceso a la información pública, siempre que se cumplan con los requisitos marcados por las leyes en materia de transparencia”.
Lorenzo Meyer, también ponente en la mesa de discusión, resaltó el camino sinuoso por el que ha tenido que transitar Carmen Aristegui a lo largo de los años a causa del ejercicio de su labor periodística, resultado de los múltiples esfuerzos originados en las cúpulas del poder para silenciarla. Estos intentos de silenciamiento incluyen:
1) el perpetrado por Grupo imagen y Televisa en abril de 2002, cuando Carmen, en colaboración con el periodista Javier Solórzano, decidió darle voz a las víctimas del criminal pederasta Marcial Maciel (protegido del Papa Juan Pablo II y del Arzobispo Norberto Rivera) en el programa semanal Círculo Rojo, que se transmitía en el Canal 2 de Televisa, y que derivó en la suspensión de la transmisión del mismo;
2) el perpetrado por Pedro Ferriz de Con, quien en noviembre de 2002, y según confirmó el periodista Javier Solórzano, le impidió físicamente y con amenazas a Carmen el acceso a la cabina de radio para transmitir su programa “Imagen informativa”, mismo que conducía desde hacía casi tres años, sin darle mayor explicación a ella ni al público de su abusiva conducta, pretextando posteriormente razones de ética editorial;
3) el perpetrado en W Radio en enero de 2008 por presiones presuntamente ejercidas por Juan Ignacio Zavala, cuñado del entonces presidente Felipe Calderón, para que el contrato de la periodista no fuera renovado, entre otras razones, según reporta la revista “El gato Pardo”, porque la radiodifusora intentó imponerle controles a través de una dirección editorial que le quitaba facultades y censuraba su trabajo, dado que estaba muy incómoda con su cobertura de temas como la persecución a la periodista Lydia Cacho, que dio a conocer una red de pederastia en el sur de México que implicaba al gobernador del estado de Puebla, o la pederastia en la iglesia católica misma, o la insistencia en difundir el caso de Ernestina Ascencio, anciana indígena violada y asesinada por militares, justamente cuando el Gobierno había comenzado a usar al ejército para combatir al narcotráfico, pero especialmente por sus transmisiones sobre la Ley de Medios (conocida como “Ley Televisa”) y más tarde por la cobertura de la reforma electoral;
4) cuando fue despedida de su programa de radio en MVS Noticias por presión del presidente Felipe Calderón (según declaró públicamente el mismo Joaquín Vargas, Presidente de MVS Comunicaciones posteriormente), después de que Carmen suscribiera el cuestionamiento que el Diputado Gerardo Fernández Noroña hiciera durante una sesión del congreso en relación con el presunto alcoholismo del presidente y su responsabilidad en la dirección del país.
La emisora MVS despidió a Carmen, poniéndole como requisito para devolverle su puesto que leyera en público una carta redactada en las oficinas de la Presidencia de la República y entregada por Alejandra Sota, directora de Comunicación Social de Presidencia de la República a Joaquín Vargas en febrero de 2011 para ser leída por Carmen Aristegui al aire, como condición para que el Grupo MVS continuara las negociaciones sobre el refrendo de la banda 2.5 Ghz para su proyecto Banda Ancha para Todos. Carmen se negó a firmarla y, gracias a la presión de la sociedad, entre otros factores, su puesto le fue devuelto.
Es que para marcar la agenda periodística y política de un país pese a los atentados de lxs poderosxs para impedirlo se necesita mucho valor, inteligencia, honestidad y voluntad de incidir. Es que para confrontar a políticos y criminales con una integridad insobornable, primero hay que ser insobornable por dentro. Es que para edificarse a una misma y edificar la propia obra con base en criterios y valores propios, primero hay que conocer el llamado interno y reconocerse en él. Es que Carmen Aristegui es su propia obra de arte. Es que una sabe, con toda la piel y los sentidos, cuando una mujer que está cambiando al mundo está por entrar en una sala.